Un buen consejo

Viernes, 28 de abril de 2017

Visto en Gracia, Barcelona. Una invitación a desconectar (ni que sea por unas horas) para volver a sentir de verdad. Quizás lo que se sienta sea aburrimiento y no tiene por que ser malo. Aburrirse es el cerebro en pausa. Permite parar el bombardeo de impulsos y vaciar nuestras cabezas rebosantes de datos, opiniones, vidas ajenas, información (por llamarla de alguna manera) un poquito de odio ambiental y todo el ruido que nos rodea que no es poco.

El teléfono suele ser la puerta de entrada de todo eso, por lo que purgar solo puede ser bueno. Desconectar para vivir por nosotros mismos, a ver qué pasa. Sal de la maquina.

Sal de la máquina

Rajoy es de los que envían SMS

Viernes, 27 de marzo de 2015

Sostiene Mariano que él va a seguir mandando mensajes SMS, en un nuevo e infructuoso intento de desligarse del asunto Bárcenas. Lo dijo en una entrevista radiofónica. Pero eso no es lo importante. Lo realmente destacable es que el presidente utilice ese sistema de mensajería cuando todo el mundo civilizado está en Whatsapp. Llámalo civilizado, llámalo actual, llámalo GRATUITO. Hace tiempo reparaba en ese reducido grupo de personas que todavía envían SMS. Es que les pega. Son gente especial, refractaria a los avances (masivos) de la tecnología. Por favor, que alguien se lo diga a Mariano. Que le diga que en Whatsapp, por ejemplo, puedes crear grupos y eso ahorra mucho trabajo. Podrían crear el grupo de imputados del PP. Bueno, quizá no sea buena idea. Creo que los grupos tienen un límite, no vaya a ser que salte el servidor del servicio y eso nos afecte a todos. Otra vez.

Mientras tanto, en Estados Unidos, Obama se planta ante la prensa y como si de un cómico se tratara suelta: «No sé por qué les hago tanta gracia. A lo mejor es porque aquí en Washington la marihuana es legal». También pasó por un late show y respondió a los tuits de sus seguidores, mirando a cámara, sentado en un taburete y sonriendo. Siempre con gracia (quizá se lo escriban, pero hay que decirlo bien), sabiendo estar, dominando la distancia corta, la complicidad, el tono de comedia adecuado, el sentido del espectáculo y hasta la autoparodia. Igual que aquí… En eso también nos ganan. Aquí parece que todo nos lo tomamos en serio, todo es agrio, irreconciliable y sagrado. Aquí nadie se relaja, nadie toma distancia. Todo es doctrina. «Conmigo o contra mí». Pensaba que este año, atiborrado de elecciones, podría ser un buen año para empezar e inyectar comedia, cercanía, algo de normalidad entre los políticos. Por pensar que no quede.

La RAE no reconoce populismo
Por extraño que parezca, la RAE no contempla la palabra populismo. Popularismo sí, pero no es lo mismo aunque se le parezca. Bob Pop les escribe y ellos, muy amables, nos dicen que en la próxima versión ya aparecerá. Ya lo tenían pensado, no es que seamos tan influyentes. Eso significa, entre otras cosas, que el diario ABC está cometiendo un error semántico en sus portadas-dardos envenenados/humorísticos contra los «salvajes» de la nueva izquierda. Que lo sepáis, ABC. Aunque me temo que ese es el menor y más soportable de vuestros errores.

Ibiza puede con (casi) todo
El matrimonio creativo formado por José Corbacho y Juan Cruz tiene nueva criatura. Es una novela y se llama «People from Ibiza». Tenía que ser un guion de cine y acabó en novela. Lleva la marca de la casa: vidas cruzadas y personajes cotidianos driblando sus miserias y sus grandezas. Pero esta vez el escenario es Ibiza, esa isla que tan bien conoce Corbacho. Pasan por el programa y nos da por analizar la grandeza de una isla que puede con todo. Con su mala fama, con el peso de la corona de capital mundial de la noche, con su jipismo de temporada y fashion. La isla es eso y un montón de cosas más. Como todas las islas, todos los sitios especiales y únicos. A pesar de las etiquetas, de una posible sobreexplotación de márquetin y de todas los excesos imaginables, Ibiza sigue orgullosa y receptiva. Sabe guardar secretos, se diría que hasta sabe perdonar autovías que la descosen con alquitrán y gente que no va a recordar nada de lo que vivió ahí. Siempre tiene un rincón tranquilo, una playa sin mucha gente, una cena íntima, una confesión, una caricia. Hay ruido, furia y también naturaleza, arte. Cemento y paisaje, gente fast-food un poco desquiciada y sabios con la piel quemada por un sol inclemente. No entiendo como «People from Ibiza» no se convirtió en película si la propia isla, en sí misma, ya es una superproducción.

«Memorias en diferido» en Interviú

Mi móvil y yo

Martes, 28 de enero de 2014

Si Juan Ramón Jiménez viviera en la época actual, quizás hubiera cambiado su clásico «Platero y yo», para pasar a llamarlo «Mi móvil y yo». No estoy seguro, por cierto, de quién sería el burro pero me temo que los humanos del siglo veintiuno tendríamos todos los números. Me refiero a que nuestro comportamiento con el teléfono en las manos, constantemente, nos ha convertido en dependientes del aparatito, en borregos tecnológicos. O bien lo usamos y consultamos todo el rato o nos tocamos el bolsillo para confirmar que lo llevamos encima. Un tic en toda regla.

Un estudio reciente asegura que los españoles consultamos el terminal una media de ciento cincuenta veces al día. Pocas me parecen. Conozco a gente que multiplica por dos la cifra, solo hay que fijarse en ellos un rato y sacar tus propias conclusiones. Yo mismo creo que soy de ese grupo y ya es el momento de salir de la carcasa. Sí, soy adicto a eso. ¿Ustedes no? Cuantas más funciones le van adjudicando al aparatito, más dependiente me vuelvo. Nos tienen acorralados y lo saben. Tengo una relación de amor/odio con él. Lo peor fue que le pusieran una cámara de fotos. Para un servidor, literalmente enganchado a la captura continua de imágenes, ha sido magnífico y terrible a la vez. Veo fotos todo el rato y… ¡las puedo hacer e incluso retocar y ya no te digo lo de compartir! Un desgraciado, vamos. Recuerdo que primero me afeaban la conducta, me llamaban la atención, pero más tarde todo el mundo se comportaba igual y la excepción pasó a ser norma.
¿Dónde iremos a parar? Solo Apple y Samsung lo saben. Y los chinos, que, según dicen, van a sacar teléfonos como churros. Más completos y más baratos. Llegará un momento en que no nos miraremos a la cara y a la pregunta de «¿cómo estás?» (una pregunta en desuso por cierto), contestaremos: «espera un momento, que lo miro en el móvil». Tendremos una aplicación de esas gratuitas pero que luego tienes que pagar por todo, que nos dirán cómo estamos exactamente basándose en toda la información de la que dispone: qué paginas hemos visitado, quién nos ha llamado y para qué, qué mensajes hemos intercambiado, de qué tono eran y más, mucho más. Da un poco de miedo, ¿no? Tanto como el mayordomo Siri, con el que mucha gente ya tiene estrecha relación. Tan efectiva como inquietante. El otro día vino un mago fantástico al programa e hizo un truco con la ayuda del propio Siri. No te digo más.

Ahora la gente ya no queda como antes para cenar. Ahora la gente asiste en persona pero con la compañía de su terminal, que debe colocarse encima de la mesa, como los cowboys hacían con sus revólveres. Hay que ir armado. De esta manera, cuando el amigo se excusa para ir al baño, tú aprovechas para consultar Twitter, Instagram, Facebook o algún tema que ha quedado pendiente. ¿Para qué sirve el foro de Davos?, por ejemplo. Regresa tu amigo y te sientes más tranquilo. No se puede fumar en los locales, vale, pero su puede uno infoxicar el cerebro con datos y datos y datos e imágenes de todo tipo. Yo creo que el propio cerebro pensará: «Sí, sí, tú dame toneladas de datos, que yo no me voy a acordar de nada luego». Una especie de fast food de información, chuches pixeladas sin proteína, ni alimento ninguno. Mirar por mirar.

No hay vuelta atrás. En el cumpleaños de Michelle Obama prohibieron los teléfonos en la Casa Blanca. No lo hicieron por cuestiones de seguridad. Yo creo que lo hicieron para que la gente hablara entre sí y evitar la imagen de un Obama solo en un sillón jugando al Tetris.

«El Berenjenal» en Interviú.

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