Peor imposible

Sábado, 3 de agosto de 2013

Técnicamente dicen: «El 'caso Bárcenas' marca la agenda política del país». Una manera suave de decir que «el 'caso Bárcenas' nos tiene hasta los huevos a la mayoría de los españoles». Queda más fino el primer concepto, pero es más real el segundo. Cuando peor estamos, cuando más necesitamos un liderazgo de altura, con perspectiva, autoridad y personalidad en Europa y en el mundo, va y se destapa la caja (B) de los truenos y de los sobres. ¿Esta es la marca España? Peor imposible. Los ventiladores son para el verano. Y ahora esos ventiladores, enchufados desde los juzgados, están levantando las alfombras de Génova, provocando vergüenza ajena y un ambiente irrespirable, fétido, tóxico… No me extraña que la gente empiece a organizarse para mostrar su ira contra esta mafia de tres al cuarto. ¡Si hasta Bárcenas se parece a uno de los Soprano! ¡Vaya veranito nos espera!

El otro día hablamos del tema en nuestra función de teatro con Berto. ¿Saben una cosa? La gente, la buena gente, está cansada de todo esto. La gente buena no se merece este desfile choricero. Me pareció notar que el público no reaccionaba especialmente ante los despropósitos de última hora que íbamos recitando. Me dio que pensar. La gente había venido a reír y, de repente, les pusimos ante el espejo deformado y podrido de la situación política. Así que no se reconocieron, preferían reír, evadirse, que volver a encenderse por enésima vez. Era una mezcla de impotencia y hartazgo que (ojalá) tendrá su reflejo en las próximas elecciones. Sí, ya sé que tampoco hay una alternativa sólida, una salida%u2026 de momento. Todavía hay gente (¿especialistas?) que no está de acuerdo en la evidencia de que se está descomponiendo el actual sistema de partidos. Son los que sostienen que esa descomposición hará ingobernable el país. ¿Pero es que acaso lo es en estos momentos?

«El Berenjenal» en Interviú.

Verano infernal

Viernes, 19 de julio de 2013

La semana pasada, el verano nos enseñó su peor cara. Era como si el infierno se hubiera dejado las puertas abiertas y un calor abrasador, insolente y autoritario lo envolviera todo. Más que calor, era un horno abierto. El aire quemaba y las nubes pesaban muchas toneladas, hasta que explotaban porque no podían más y, en un intento de apagar el incendio, descargaban lluvias alocadas y peligrosas. Todo muy extremo. Quizás fuera por eso (el calor no es bueno para nuestros maltrechos cerebros) que me pareció ver a Bárcenas como el señor de las tinieblas. El puto amo, el cancerbero del averno. Lo imagino sonriente, sentado sobre cientos de papeles de contabilidad a modo de trono y, desde esa posición de oscuro privilegio carcelario, tramando su plan de venganza contra sus excompañeros de partido. Todos esos políticos que supuestamente cobraban en B y que ahora se han puesto de acuerdo en negarlo tres veces antes de que cante el gallo. Y Pedro Jota, como un Tintín mesetario, viajando a ese infierno para desenmascarar a los malos, llevándose originales en su zurrón y poniéndolos a disposición del juez. Un juez que va loco, claro, y que tiene que volver a empezar.

En general, todo parece una serie de intriga política. Un «House of cards» de lastimosa pacotilla y nefastas consecuencias para todos. Porque esto es verdad y erosiona (más si cabe) la confianza de los ciudadanía en sus representantes. El calor arreciaba, pero Mariano no sudaba. ¿Lo ha hecho alguna vez? Incluso salió una heroína, Esperanza Aguirre. La mujer que siempre vuelve cuando menos te lo esperas. Esperanza alzó la voz e hizo un discurso de esos de película al que solo le falta música de fondo. Muy poco creíble, la verdad.
Así acabó el primer capítulo de la temporada, pero me temo que habrá más. Hay uno titulado Dimisiones, sobre el que los guionistas no se ponen de acuerdo y no se sabe si se va a rodar. En España no dimite nadie, sería inédito. Pero%u2026 alguna vez tiene que ser la primera, ¿no? Seguiremos atentos a Verano Infernal, la serie. (B) Verano Infernal, con una B entre paréntesis, quizás sería más irónicamente correcto.

«El Berenjenal» en Interviú.

El papa de Roma que por el balcón ya no asoma

Viernes, 1 de marzo de 2013

«Gira il mondo, gira», pero el Papa se baja de él. Hoy me he dicho a mí mismo: «Andreu, no vas a hablar de Bárcenas. Ni de su abrigo de solapas negras como su conciencia. Ni de la peineta que nos regaló después de su viaje a esquiar». Vale. Me voy a hacer caso, a ver qué pasa. O sea, que sale del terreno de juego de los articulistas el susodicho Bárcenas y entra en su lugar el Papa de Roma. Un buen cambio. Salta el Papa al rectángulo de juego, pero lo hace por última vez porque ya se despide de la afición. Esta semana Benedicto XVI se va. Cuelga la vara. Punto. Fin. Decía un tuit días atrás: «¡Cómo estará el mundo que hasta el Papa dimite!». Muy fino. Ratzinger se guardó su secreto, no lo dijo a nadie y lo soltó como si nada en una comparecencia rutinaria. Tuvo que decirlo varias veces y subiendo el volumen porque ya se sabe que los pontífices hablan bajito, como para adentro. «Oye, que lo dejo». Silencio sepulcral. ¡Sorpresa en el Vaticano! Hasta el mismísimo Dios mostró su enfado mandando un meteorito contra la Tierra. Hay que saber leer las señales del cielo. Dios nos está diciendo, con esa roca en llamas, que eso se consulta antes y que no está de recibo que su máximo representante tome la iniciativa. Le han dejado con el triángulo al aire, a Dios. Personalmente espero que se le pase el cabreo. Si no, a la crisis mundial habrá que sumar un Apocalipsis, y por ahí sí que no paso. Ahora todo son suposiciones y el culebrón papal no ha hecho más que empezar. ¿Por qué se va en realidad? ¿Qué habrá visto este hombre para semejante desplante? ¿Entenderá la Iglesia que debe bajarse una actualización o se le colgará el sistema operativo? Igual les da por hacer un debate del Estado del Vaticano. Un debate de esos en los que todos se tiran en cara sus fallos y nadie mira por el bien común. Quién sabe… Quizás Dios.

«El Berenjenal» en Interviú.