Los Pujol tienen una serie

Miércoles, 18 de marzo de 2015

A medida que conocemos más detalles sobre la familia Pujol y sus presuntos escarceos con el fraude, aumenta la necesidad de escribir una serie sobre ellos. Creo que TV3 podría ser la cadena idónea para esta producción. Ríete tú de «Juego de tronos». Hay de todo. Herencias ocultadas durante décadas, expiación pública, espionaje, esposas despechadas, lujo, toda la familia salpicada… No sé a qué están esperando. Cuando los vi en la comparecencia ante la comisión de investigación del Parlament, pensé que esa era la escena inicial de la serie. Esa especie de psicoanálisis colectivo, ese mirarse al espejo de los catalanes y descubrir todo lo que no nos gusta… La serie empieza ahí y luego, a base de flash backs, nos lleva a lo más oscuro y profundo del «pujolismo». Un éxito asegurado. Y da para varias temporadas. Muchas, vamos.

El «caloret» de Rita Barberá provoca vergüenza ajena
La vergüenza ajena es una de las sensaciones más inquietantes que hay. Viene generada por alguien que no eres tú y, a pesar de eso, te sientes mal y te gustaría desaparecer. Es el lado oscuro de la empatía. Eso es lo que sentí al ver (sin dar crédito) a esa Rita Barberá, confusa y eufórica, anunciando las fallas en Valencia. Ya estamos acostumbrados al esperpento ritense, pero ese pisotear el diccionario, esa búsqueda del concepto «caloret», lejos de calentar, heló la sangre de los asistentes. Pero si hasta las falleras la miraban como de soslayo pensando: «Pero ¿qué está diciendo esta mujer?». Si yo pagara mis impuestos en Valencia, me habría echado unas risas como todos para, acto seguido, seguir preguntándome qué extraño fenómeno se produce cada cuatro años permitiendo que ocupe la alcaldía. Eso sí da «caloret».
P.D.: Leo con interés una entrevista al escritor valenciano Ferran Torrent, que publica nuevo libro. Siempre me interesa lo que dice. Es un tipo listo y crítico. Me deja de piedra cuando asegura: «Da vergüenza decir que eres valenciano porque se ríen de ti». Es durísimo. Y más viniendo de un hombre que ama su tierra. La ama tanto que le desespera la incapacidad de organización de la sociedad civil para expulsar a los corruptos gran reserva que medran por el Levante desde hace tanto tiempo.

Se me apareció por sorpresa Nacho Vidal
Una noche, en pleno programa, apareció una caja de cartón en mitad del programa. No había nada dentro y, de repente, apareció Nacho Vidal. ¡Superen eso! ¿Magia? Sí, por supuesto. Si no fuera así, todavía a día de hoy estaría en estado de shock. Detrás de todo estaba Jorge Blass. Nos presentó la nueva edición del Festival de Magia de Madrid, donde se van a congregar durante un mes los mejores del mundo y, claro, le hicimos trabajar. Tengo la impresión de que la magia vive una nueva época dorada y buena parte de la culpa la tienen los jóvenes profesionales. Magos que salen de los teatros con cámaras, que interactúan con los objetos de la calle, con cualquier cosa por insignificante que sea, con las nuevas tecnologías, con todo. Ahí está el Mago Pop, un auténtico crack, y sus viajes en el espacio tiempo. Blass me pidió entrar en mi cuenta de Twitter, fui a los que sigo y escogí al azar uno de ellos. Se trataba de Nacho, y este estaba en la caja. Estoy convencido de que mi fantástico equipo se compinchó con el mago, yo no me enteré de nada y de repente… ¡zas! Eso es la magia, ¿no? Lo que parece imposible, lo inexplicable, la sorpresa en mayúsculas.

«Memorias en diferido» en Interviú