Pajaritos por aquí, pajaritos por allí

Lunes, 15 de abril de 2013

Tengo la inmensa suerte de poder vivir en el campo, lejos de la ciudad y en pleno contacto con la naturaleza. Suelo levantarme muy pronto (inexplicablemente) para desayunar y escuchar la banda sonora que me brinda gratuitamente el entorno. Mi debilidad son los pájaros y su delicada sinfonía de reclamos. Nunca algo tan simple me pareció tan bonito. Pero algo ha cambiado.

Desde que el candidato venezolano Maduro desveló que Chávez se había comunicado con él en forma de pajarillo (histórica la recreación del sonido del propio Maduro), estoy en un sinvivir. A ver si lo que yo escucho no son solo unas aves graciosas. ¿Y si me están dando las claves de la política nacional e internacional y yo no me entero?

Últimamente presto más atención, afino el oído, incluso las grabo y las paso a velocidad lenta o hacia atrás. Me siento como Iker Jiménez. Pero nada, no hay manera. Debo decir que hay jilgueros, palomas, gallos, muchas tórtolas y hasta algún búho. Ni rastro de espiritualidad. Algo trastornado y mediatizado, llegué a creer que un graznido grave podía ser el de Juan de Borbón opinando sobre sus polémicos herederos y la tormentosa situación actual en La Zarzuela pero… no. No voy a mentirles. No hay resultados.

Cerré mi campamento de observación y me tomé un café siempre con mi fiel perro al lado. Ayer me dijo: «¿Tú crees que de verdad todos somos iguales ante la ley?». No supe qué contestarle y cambié de tema. Acabamos hablando del Barça, del Papa, de Feijóo, del Rajoy «plasmado» y muchas otras cosas. «Bueno, me voy a trabajar», le dije para concluir. «Vale. Pero recuerda: los animales no hablan», sentenció. Acto seguido se lamió sus propios genitales.

«El Berenjenal» en Interviú.

Chávez y el mundo

Sábado, 16 de marzo de 2013

Ha muerto el presidente venezolano y vuelve a crecer una ola de controversia cuando se intenta explicar su mandato u opinar sobre su obra y su legado político. Otra vez vuelvo a preguntarme: ¿por qué se penaliza la discrepancia? ¿por qué se ponen barreras a la verdad, amparándose en las banderas?

Releo algunas de las pocas entrevistas que el comandante concedió a medios extranjeros. Siempre cabreado, a la defensiva y con un argumento desafiante: «¿Quién es usted para venir a hablarme así a mi casa, a mi país, donde yo mando y he sido elegido? Esta conversación ha terminado». También me acuerdo del primer viaje de Jordi Évole con «Salvados» a Venezuela. De cómo fue confinado a la última fila de una rueda de prensa autoparódica donde se le impidió preguntar. El pecado de Jordi, horas antes, fue una inocente broma a Chávez a cien metros de distancia. El populismo lleva mal las bromas.

Casualidad: sucede todo esto mientras estoy en Burgos en el Tercer Congreso Iberoamericano sobre Redes Sociales. He sido invitado para charlar con Ana Pastor (la periodista que no atiende a amenazas), y lo más seguro es que hablaremos del periodismo en las redes. De la imparable fuerza de la verdad que corre como la pólvora en un mundo interconectado y, espero, cada vez más libre y democrático. En el mundo antiguo, los países eran habitaciones cerradas y mal ventiladas. Un hábitat perfecto para hacer y deshacer sin luz ni taquígrafos. En el mundo moderno, la red y sus enormes posibilidades son las ventanas por las que entra la luz, les guste o no les guste a sus propietarios. Esos propietarios que intentan, inútilmente, tapar las ventanas con las persianas de la censura. Otra cosa es la responsabilidad, innegable, que debemos exigir a los periodistas para que cuenten las cosas como son. (Demoledor el último estudio del CIS donde los españoles suspenden a los periodistas y a los jueces).

¿Qué quién somos nosotros para hablar de Chávez? Yo no sé quiénes son ustedes. Por mi parte, intento ser ciudadano de un mundo libre, justo y global. Global porque las decisiones de todos nos afectan a todos. Y mucho. Un mundo en plena transformación tecnológica, donde las comunicaciones son un campo abierto al que nadie podrá poner puertas. Se tardará más o menos en entenderlo, pero así será.

PD: Como diría José Mota: «Ahora vas, y lo tuiteas».

«El Berenjenal» en Interviú.