Este verano me he dedicado (en parte) a pintar sin pensar mucho. Me he dejado llevar y, así, los fogonazos de color (calor) han ido llenando papeles y más papeles. Tintas, acuarelas y poco más.
Fogonazos
Volver (Siempre)
Estando en uno de mis lugares soñados, Machu Pichu, ya estaba grabando un video para el regreso del ‘Nadie’. Tu crees que te vas pero ya estás volviendo. Al menos, mentalmente. En este mundo híper globalizado y conectado, ya solo puedes aspirar a pequeñas huidas, pequeños oasis mentales porque las distancias, aparentemente, son imaginarias.
Los “oasis” se construyen apagando el teléfono, conectándote con el momento y viviéndolo todo lo que puedas y sepas. Lo intenté. Descubrí Perú, me maravilló, sufrí el mal de altura y quise ser más viajero que turista. Difícil en tan solo diez días, pero lo intenté.
Trabajo en algo que me gusta, me siento un privilegiado y todo lo que viene está temporada, tiene muy buena pinta. Así que con una mitad del cerebro estaba muy lejos y con la otra ya pensaba en volver. Siempre fue así y no me voy a quejar.
Espero que los que hayan podido refrescar un poco la mente estén moderadamente preparados para todo lo que nos espera.
Y que tengamos salud, paciencia y ganas de reír. Todo eso estaría muy bien para hincarle el diente a la vida que queda por delante.
Este verano
Que este verano nos sea propicio o, como mínimo, nada adverso. Que el que pueda descansar lo haga y se conecte con lo sencillo, lo agradable: un paseo sin mirar la hora ni el teléfono, una buena peli clásica de esas que son territorio seguro, una comida con gente a la que quieres y a la que no tienes que convencer de nada. Esas cosas…
Que desaparezcan por unos días las preocupaciones, los temas pendientes y toda la demás chatarra emocional. Dicen que en verano nos acercamos a lo que somos realmente. Pues eso…
Que el calor del verano queme lo inservible y le de un baño dorado a lo auténtico.
Resumiendo: que todo vaya bien.