Era una mañana normal como cualquier otra. Sobre las 13:00h. mi estómago dio señales de vida. Me estaba diciendo: «busca un lavabo y hazlo ya». No lo dudé. No podía. Me acerqué a un bar y pedí una agua «excusa». «El baño por favor?» Me dieron una llave y me señalaron la dirección. Entré, cerré por dentro y me senté en el trono. De repente, lo vi claro: el nombre del bar, la situación, todo. Había sido abducido y en lugar de entrar en contacto y enriquecerme intelectualmente con otra civilización, estaba yendo de vientre.
Abducción
Sábado, 5 de noviembre de 2011