Hay obras de arte que «cuelgan» en las paredes de las calles. También hay garabatos de niñatos guarros que dejan sus códigos con poca gracia y nulo civismo. A mi me gusta el street art y alucino con la iniciativa de Galeria Oberta en Barcelona. Hay un punto en la ciudad de Barcelona que, previo contacto, está reservado para esos virtuosos del spray o cualquier otra técnica, capaces de hacer verdaderas maravillas perecederas. Mejor eso que enguarrar los trenes que luego pagamos entre todos.
