Me han regalado una foto de Francesc Català Roca. Uno de los mejores regalos que me han hecho jamás. Es de un payaso, Charlie Rivel, así que me identifico. Hacía tiempo que estaba creándome el archivo de fotografía en blanco y negro. De los miles y miles de fotos que viven en mi ordenador, sólo algunas merecen pasar al olimpo bicolor. ¿Por qué?. No lo sé.
Tengo un buen recuerdo de la vez que Català Roca vino a EL TERRAT de radio, hace muchos años. Era un hombre simpático e inquieto. Llevaba la fotografía en las venas. «Tendrás suerte si , de un carrete, te sale una foto buena». Me pregunto qué hubiera pensado del auge digital y la democratización de este arte.
Ahora, todo el mundo dispara sin parar. Cámaras, móviles y lo que se tercie. Se ha ganado en afición y se ha perdido en pureza. Ya no se encuadra, ni se piensa, ni se disfruta la foto. Al menos, es lo que a mi me parece. De vez en cuando me obligo a coger las cámaras analógicas y recuperar el placer de la película. La magia de capturar la luz.