Durante las pasadas Navidades, el cochecito de nuestra hija cambió totalmente su utilidad. Ya que la niña se empeñó en corretear (aunque apenas había empezado a andar) y las compras se acumulaban, la ecuación era sencilla: el cochecito iba a cargar los regalos. Alguna gente nos miraba un poco raro, pero al ver a la niña esprintando de un lado a otro, sonreían como consintiendo. Así pasamos la tarde. Bueno, muchas tardes. Como el gobierno dijo que habíamos salido de la crisis, pues no vinimos arriba.
«Fotodiario» en El Periódico