Ya se puede disfrutar del humor imperecedero, fino, casi poético y ácido del gran Cesc, desaparecido hace unos años. Su hijo ha seleccionado de entre más de 3000 viñetas, las más brillantes y la editorial Debolsillo se la juega y lo lanza para toda España. ¡Muy bien!
Tuve el honor de participar en la presentación y rendirme ante el talento de los que, en épocas difíciles, encontraban las grietas para filtrar sus quejas, sus denuncias y su arte. Ellos fueron pioneros y nosotros les debemos el respeto que se merecen.
Si no conoces la obra de Cesc, vas a alucinar con la «inquietante actualidad» que desprenden sus dibujos, realizados en los años setenta. Porque ya se sabe que el hombre es torpe y vuelve a equivocarse igual de una manera cíclica. Menos mal que existen los humoristas.