El mes de septiembre ya enseña su pequeña cabeza, para recordarnos que el iceberg de la temporada viene hacia nosotros. Se trata de subirse a él y navegar los próximos diez meses. Ya sabemos lo que le pasó al Titánic, así que podemos tomar medidas de precaución y disfrutar del viaje. El jueves pasado me senté en la nueva mesa, del nuevo plató, del nuevo programa. Algo así como un ritual. Miré la grada vacía y me pareció ver a los cientos de personas que cada noche van a llenarla. Gente buena, con ganas de reírse. En estos momentos, tengo un grano en el labio superior (a mi edad) que se ha hinchado a lo Carmen de Mairena y/o Rambo. Queda, incluso, un poco sexy. Todo el día haciendo morritos. Me miran y se descojonan (más).
Me pidieron una foto (la número tres millones) en un aeropuerto. Estaba cansado. Me disculpé con educación y el solicitante me lanzó: «Pues no te voy a ver más». Al salir de la terminal, un coche se detuvo a mi lado y me dijo «Eres el Rey». Así es la popularidad. Ni una cosa, ni la otra. La popularidad es exceso, lo primero que se te pasa por la cabeza. Falta de respeto y elogio desmesurado. Buena y mala. O sabes digerirla o te come ella.
Hoy empieza el Europeo de baloncesto. Eso es bueno. Yo voy con los de Gasol, porque transmiten emoción, piña, entrega y buen rollo. Si puedo, me escaparé a verlos. Lo de laSexta y, que yo sepa, no hay ningún contencioso con Audiovisual Sport. !Vaya lío con lo de la liga! No entiendo nada.
Nota: La mítica Valentina de «Los chiripitiflaúticos» decía en una entrevista: «La lucha por la audiencia, mata la ilusión». !Qué gran verdad!