Estos días se habla del relevo al frente del mítico «The Tonight Show» de la NBC, que acaba de coger Conan O’Brien, tras 17 años de lideraje indiscutible de Jay Leno. O’Brien hacía «The late Show», justo después, durante 16 años. El pelirrojo se ha trasladado a Los Angeles y sus primeras palabras han sido «Creo que he hecho una movida perfectamente sincronizada. Me he cambiado a una cadena que está en último lugar, a un estado que está en bancarrota y además «The tonight show» está auspiciado por General Motors».
Pero eso no es todo. Será bueno recordar que, antes de Leno, el anfitrión por excelencia era Johnny Carson que se mantuvo en antena 30 años. Sí, sí. Desde 1962 a 1992. Carson siempre será el clásico (O’Brien le admira), el gran presentador de todos los tiempos.
Y antes estuvo Ed Sullivan y Jack Paar y otros monstruos de la televisión de variedades, cómica, libre y repleta de música y buenos invitados. (Hagan el ejercicio de imaginar que se emitía en España por aquellas fechas). Confesión: el día que estoy un poco bajo de ánimo, entro en sus webs, repaso su historia o reviso viejas grabaciones. Entonces pienso: ¿de qué demonios te quejas, Andreu, que solo llevas cinco míseros años y cerca de setecientos programas. Me vengo arriba y me digo: «Venga, vamos a levantar el vuelo una noche más porque creo en este tipo de televisión y en todo lo que representa.»
Creo en ella desde que en 1995, el desparecido Joan Ramon Mainat me enseñó un vídeo de David Letterman (para mi sigue siendo el mejor) en la calle Bergara de Barcelona y pensé que yo quería hacer algo así. Porque se parecía a la radio que es de donde vengo y porque me permitía expresarme como soy, con mi visión del mundo, con mis colaboradores/compinches y un equipazo detrás que hace posible el milagro. Lo probé en TV3 con muy buenos resultados y luego para toda España para crecer artísticamente en contra de cualquier otra idea nacionalista o mercantilista. ¡Me permitían ganar más público y mejores invitados! ¡Y yo sabía hablar castellano!
¿Y todo eso es fácil? No. Nada es fácil y mucho menos en un país donde la vida atormentada y repetitiva de Belén Esteban es un contenido que encima proporciona audiencia. Una vergüenza claro, pero es lo que hay. Un país donde los jugadores del Barça que viven a diez minutos en taxi de mi plató, dicen que no vienen porque están cansados. En verdad pienso que el hecho de que no quieran perder media hora con nosotros, es malo para todos. Pero no quiero insistir que parece una pataleta.
Hicimos un programa redondo y en directo dedicado a la victoria del Barça. Y lo volveríamos a hacer. Nosotros seguimos dale que te pego, convencidos de que nuestro producto tiene sentido a pesar de las corrientes baratas de la televisión actual y un futuro incierto del sector, con el agravante de la dispersión internetera y la crisis económica. Si crees en algo, persiste en ello. Cuando nos fuimos de Antena3 (cinco minutos antes de que nos echaran), una directiva de otra cadena me ofrecía un programa semanal los domingos. Dije: «no, yo sigo con lo mío que todavía tiene vida». «Eso es muy quijotesco», me dijo. Ese es el problema de la España acomplejada, miope, poco moderna y conservadora: que lo digno y difícil se considera quijotesco y poco rentable.
Cuando sigo, como ahora, las novedades americanas me dan un poco de envidia. Por su tradición, por sus medios, por sus presupuestos. Pero luego pienso que nosotros tenemos alma, incorrección, latinidad, improvisación y un orgullo del tamaño de la Sagrada Familia. Por eso salimos al aire cada noche aunque no esté nada claro que, después de nosotros, alguien recoja el testigo. Pero ese… ese no es nuestro problema. Nosotros no podemos volcarnos en el presente con todo nuestro corazón y encima pensar en el futuro. Hasta la noche, amigos y que Johnny Carson nos bendiga a todos.