Si hacemos caso de todas las previsiones más o menos razonables, el futuro que nos espera para 2013 y en adelante bien podría tener este aspecto. El camino que nos lleva hacia ese futuro sigue siendo de subida y zigzagueante: hoy vamos bien, mañana vamos mal, y viceversa. O sea que habrá que seguir sudando y dudando.
Parece un camino poco cuidado, apenas transitado, donde brotan malas hierbas, se nota la humedad y no se ve el final. En realidad todos los futuros se parecen porque no existen como tales, se construyen y se destruyen cada día y no tienen un final claro. Si tuvieran final, se llamarían «destino».
Según esta foto de la que estoy extrayendo las metáforas, en el futuro el tiempo será inestable. El cielo es azul pero las nubes oscuras se encargan de afear el horizonte. Habrá que ir tapados. Ya sé: los optimistas verán aire libre, todo por hacer y naturaleza. Los pesimistas, todo lo dicho antes. Conclusión: el futuro somos nosotros mismos. Con nuestras cosas buenas y nuestras cosas peores. Así es la vida. ¿No?
«Fotodiario» en El Periódico