Se le atribuye a Nietzsche la siguiente frase: «El mono es demasiado bueno para que el hombre descienda de él». Bien pensado. El hombre hace cosas que un mono no haría. Como si su (presunta) inteligencia le jugara a la contra. El hombre español se planta en Las Vegas, dejándose el sentido común en casa, para mendigar una sucursal de ese mundo de cartón piedra que no va con nosotros. Un mono en Las Vegas sale huyendo. Se encarama en la falsa Torre Eiffel y no lo baja ni el de Cuatro que ensimisma perros. Pero el hombre necesita dinero. Incluso el que no tiene porque ya se lo ha gastado. Nuestra selva se llama capitalismo (caducado) y los mercados son los árboles que no nos dejan ver el sol. El mono, mientras tanto, nos mira balanceándose desde su neumático, pensando: «Qué burros son. Cómo se complican la vida».
«El Berenjenal» en Interviú.