Sabía que iba a pasar lo que pasó. Invitamos a la ministra Sinde, aceptó, no se pactó nada de nada y, después, una buena cantidad de personas me han puesto a parir. No entiendo tanto odio.
Quizás la ley Sinde tenga sus fallos. Seguro. Pero, ¿de dónde sale tanta agresividad? Los que me critican, no deben ver el programa muy a menudo. Yo no soy como querían que me comportara y no voy a permitir que se me juzgue después de más de veinte años de ejercicio de la profesión en libertad.
Estamos en plena transformación social e industrial. La cultura tiene el enorme reto de adaptarse a la realidad digital, respetando a todas las partes: creadores y consumidores. A base de gritos y descalificaciones no haremos nada. Con la gratuidad no iremos a ninguna parte. Bueno sí: nos vamos más al fondo de la ruina.
Estoy convencido de que han faltado toneladas de pedagogía por todas las partes, para trabajar codo a codo en la construcción de este futuro. Cuando se legisla, hay que saber explicarlo. Cuando uno incendia las redes, debe haber leído la ley, sus pormenores. ¿Lo han hecho todos? Diría que no. Necesitamos contenidos que protejan a los creadores, webs de pago baratas, mejores conexiones y a mejor precio, expulsar a la piratería, modernizarnos y estar al nivel mundial. Odiándonos no conseguiremos nada. No he firmado ningún documento ni a favor, ni en contra de la dichosa ley.
Solo quiero un país civilizado, bien comunicado y con sentido del humor. Cuando me insultan me hago pequeño.