Tiempos movidos. Muy movidos. Las elecciones municipales confirman lo que nos temíamos: los socialistas se han descalabrado y la derecha arrasa. Entre sus incondicionales y todos los escamados de la crisis, se han venido arriba.
Y todo esto sin que Rajoy haya ofrecido una sola idea de lo que podría ser su programa de gobierno. «Vamos a trabajar para salir de la crisis y recuperar la confianza». Sí, vale. ¿Pero qué vas a hacer? Se pueden ganar elecciones sin arriesgar demasiado o nada. Tan solo esperando a ver pasar el cadáver de tu vecino. No hablar por no cagarla y, así, capitalizar esos conceptos tan manidos y ambiguos como «cambio» o «futuro». Lo mismo que piden los miles de jóvenes que siguen acampados. También quieren cambio (o vuelco) y están deseando que se aclare, ni que sea un poco, su futuro.
¿Y ahora qué va a pasar? ¿Estará preparada la derecha para dialogar y escuchar a esas masas cabreadas que están hasta el gorro de campañas vacías, políticas económicas conservadoras y un poder sospechoso y corrupto, siempre en manos de los mismos?
Menos dependencia europea y más mirar hacia adentro, hacia casa. Aquí tenemos el avispero revuelto, la paciencia agotada y mucho, mucho tiempo libre para gritar que las cosas tienen que cambiar. Pero cambiar de verdad. Mi apoyo a todos los que siguen acampados.