«Gira il mondo, gira», pero el Papa se baja de él. Hoy me he dicho a mí mismo: «Andreu, no vas a hablar de Bárcenas. Ni de su abrigo de solapas negras como su conciencia. Ni de la peineta que nos regaló después de su viaje a esquiar». Vale. Me voy a hacer caso, a ver qué pasa. O sea, que sale del terreno de juego de los articulistas el susodicho Bárcenas y entra en su lugar el Papa de Roma. Un buen cambio. Salta el Papa al rectángulo de juego, pero lo hace por última vez porque ya se despide de la afición. Esta semana Benedicto XVI se va. Cuelga la vara. Punto. Fin. Decía un tuit días atrás: «¡Cómo estará el mundo que hasta el Papa dimite!». Muy fino. Ratzinger se guardó su secreto, no lo dijo a nadie y lo soltó como si nada en una comparecencia rutinaria. Tuvo que decirlo varias veces y subiendo el volumen porque ya se sabe que los pontífices hablan bajito, como para adentro. «Oye, que lo dejo». Silencio sepulcral. ¡Sorpresa en el Vaticano! Hasta el mismísimo Dios mostró su enfado mandando un meteorito contra la Tierra. Hay que saber leer las señales del cielo. Dios nos está diciendo, con esa roca en llamas, que eso se consulta antes y que no está de recibo que su máximo representante tome la iniciativa. Le han dejado con el triángulo al aire, a Dios. Personalmente espero que se le pase el cabreo. Si no, a la crisis mundial habrá que sumar un Apocalipsis, y por ahí sí que no paso. Ahora todo son suposiciones y el culebrón papal no ha hecho más que empezar. ¿Por qué se va en realidad? ¿Qué habrá visto este hombre para semejante desplante? ¿Entenderá la Iglesia que debe bajarse una actualización o se le colgará el sistema operativo? Igual les da por hacer un debate del Estado del Vaticano. Un debate de esos en los que todos se tiran en cara sus fallos y nadie mira por el bien común. Quién sabe… Quizás Dios.
«El Berenjenal» en Interviú.