Espero que no les moleste que hoy escriba sobre algo mío. Se trata de algo modesto pero que quiero, que comparto con un maravilloso equipo y que me ha emocionado construir durante más de un año. Se trata de un documental que hemos llamado «El culo del mundo» y que ya se ha estrenado en unas cuantas salas de España. (Pocas, muy pocas. Encontrar un documental en la cartelera hoy en día es como encontrar setas en el bosque. No acabo de entenderlo muy bien, pero… Eso no es lo importante, quizá deba ser así).
Luego, la pieza seguirá su camino en Canal y en plataformas on-line. Quien lo quiera ver, buscando un poco, podrá hacerlo. «El culo del mundo» es la crónica personal de un momento concreto en el que me quedé sin programa, algo que sucedió cuando celebraba mis treinta años en el oficio. Eso propició un viaje. Real e interior. Un aproximación emocional al oficio de cómico, a sus consecuencias y bondades. Desde que empecé en esto, allá por 1982, siempre enlazaba un proyecto con otro, un sueño con otro, pero en 2012 los sueños estaban embarrados y con las alas cortadas. Como ahora. Por desgracia, no podemos hablar de un pasado lejano, de un tiempo difícil que ya es historia y que hayamos superado. Las dificultades siguen y las soluciones, por mucho que nos quieran vender la recuperación, no llegan, no se notan. Yo me quedé sin programa y constaté en mis propias carnes lo que cuesta levantar otro proyecto. Llámalo abrir un pequeño negocio, pedir un crédito…
Es mi historia, de acuerdo, pero me temo que es la historia de la mayoría de los españoles que quieren hacer algo. Así me lo ha hecho saber mucha gente durante la promoción de la película. «¿Estabas mal porque no funcionó tu programa?», me han preguntado. «No, bueno, un poco. Sobre todo estaba cabreado por la falta de horizontes, porque no hay prosperidad». A mí me gusta que pasen cosas, que la gente se gane la vida, que disfrute con lo suyo y que sea feliz. Me he dedicado toda la vida a eso desde mi productora. Para eso la creé, porque yo no tengo alma de empresario. Tengo una empresa porque me permite hacer lo mío. Si no, tendría otra cosa. Siempre entendí el éxito como la capacidad de generar trabajo, reír, ser nuestros propios jefes y disparar las carreras de centenares de buenísimos profesionales. Eso es lo que ha pasado en El Terrat durante muchos años y ahora, con la crisis, eso se ve amenazado, que no destruido. El orgullo y las ganas de seguir fabricando comunicación nos siguen empujando pese a que el camino sea una cuesta empinada.
Me han dicho muchas cosas durante todas las semanas previas al estreno. La mayoría, emocionantes y muy bonitas. También me han dicho que si tengo mucho ego dirigiendo un documental sobre mí mismo. Quizá. (Que levante la mano el que no lo tenga). Yo trabajo con el ego, espero que con su vertiente más blanca. De no ser así, no podría salir cada noche y creerme gracioso. Las crónicas personales tienen mucho de eso. Es tu voz, tu mirada, tus pensamientos. Todo eso lanzado al aire para el que quiera recogerlo. ¿Ego? Vale. De acuerdo. Si van a ver la peli, quizá se queden con otros detalles. Con lo que dicen mis compañeros, por ejemplo. Gente enamorada del oficio, sincera y directa, que se suman a esta declaración de amor a la comedia que es El culo del mundo. O con Concha Velasco y su valentía, cuando cuenta un episodio durísimo de su vida, en el que nuestro programa actuó como un salvavidas. Hay muchos momentos así.
No soy muy nostálgico. Ya lo seré cuando me retire. Aun así, este documental me ha ayudado a valorar más si cabe mi profesión. Me ha servido para ordenar los recuerdos y entender su papel en mi carrera. La influencia de lo vivido. Este documental ha subrayado en mi cabeza que el espectador es lo más importante y que el viaje siempre vale la pena. El premio es la risa.
«El Berenjenal» en Interviú.