Lección de veteranos

Viernes, 25 de enero de 2008

El mundo del espectáculo pasa un momento chungo. Han cambiado los tiempos y eso conlleva una desestructuración del sector, un abaratamiento y un despiste general que yo nunca había visto. La industria discográfica se ha ido a pique.
Los nuevos grupos las pasan putas. No hay dinero para ir a la televisión y pagar a los músicos. Las novedades no lucen. El cine español sigue perdiendo espectadores y el glamour de antaño (si lo había) se ha hecho añicos.

Invitas a algunos actores y la peli tienes que promocionarla tú. ¡Acojonante! Y si encima la peli la ha pagado otra cadena, olvídate. Que se sepa que esto no pasa en ningún lugar. Es una vergüenza. Y luego se quejan si la gente no va a las salas… La tele, ni te cuento. Hay poco espacio para el talento y lo singular y casi nada de oxígeno para los creativos.

Solución : «Yo me bajo las series por el emule».
Internet ha entrado como un alien imparable en el mundo del espectáculo y eso, nosotros, lo notamos muchísimo en el programa. ¿Por qué? Porque somos lo que se dice un escaparate de dicho mundo, en clave de entretenimiento. Invitamos a los que hacen cosas de calidad y quieren contarlas, adaptándose al tono del programa.
Cada vez cuesta más, podemos asegurarlo. Por eso, quiero destacar las dos lecciones que dieron recientemente dos veteranos: Gomaespuma y Miguel Ríos. Para que tomen nota los advenedizos que buscan el éxito inmediato y vacío y ponen problemas para todo. Ese tipo de tiquismiquis que no se toma en serio la tele y los setecientos mil espectadores que van a verlo. Cierto es que la propia tele se ha ido degenerando ella misma, pero ese no es un problema -de verdad-, que nos lo hagamos nuestro. No me considero responsable de ello. Sigo insistiendo a las agencias de comunicación para que traigan las estrellas a la tele, como hacen en todo el mundo civilizado. Pero no tienen fuerza, ni ganas.

«Fulanito solo va a conceder diez minutos en su hotel». «Pues que se tome algo del minibar». Porque nosotros hacemos televisión y no vamos a los hoteles. Ni a a los domicilios. Ahí nos sale el orgullo de programa. Nosotros garantizamos un trato digno en plató y no pagamos. Son nuestras señas de identidad. Nuestro patrimonio.



GOMAESPUMA nos brindó la mejor entrevista del año. Con oficio, frescura y buen rollo. Un recital. Miguel Ríos se juntó con la banda y cantó un tema en directo. Con energía, entrega y complicidad. A pesar del desencanto y la desorientación del sector, seguiremos apostando por los buenos contenidos y los buenos invitados. Los que quieran venir. Los que no quieran venir, ya no son buenos invitados. Todos aquellos a los que se les caen los anillos por esforzarse un poco, no son buenos artistas. Son «pijos» del espectáculo. No lo aman. Solo lo utilizan.



GOMAESPUMA y Miguel Ríos, me demostraron que si persistes en tu ideal de programa digno, puedes recoger buenos frutos. No buscamos una gran audiencia. Buscamos una BUENA audiencia. Gente con sensibilidad y sentido común. Ahí estamos y ahí seguiremos. Esta constatación, ha sido mi mejor regalo de cumpleaños.

En el gimnasio

Viernes, 2 de noviembre de 2007

Estaba el otro día en el gimnasio, había terminado y en los vestuarios se me acercó un señor de mediana edad. Esto es lo que me dijo: «¿Eres tú? Ah, sí. Es que digo igual no es él. Oye que te he visto desde Japón. Sí, sí. Desde Japón. Fui con mi hijo que se ha casado con una japonesa y le dije al consuegro «mira, este es de allí». No me aclaro con él. Mi hijo sí, porque sabe inglés. Pero yo, no. Fui de Tokio a Kioto y no me atreví a decirle nada en todo el viaje. ¿La comida? Bueno, si vas de etiqueta y eso pues bien. Pero luego ves a la gente en la calle con los perolos de fideos y no. Para uno de Badajoz, como yo, pues ya me contarás. Son muy diferentes. Muy ordenados, muy disciplinados. Ves aquello y dices, estos son una potencia y ya sé por qué. Mi mujer vio una vez a Maragall y ahora te veo yo a ti. Nada hombre, que tengas un buen día. Hasta luego».
Y se fue.

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