Lo primero que dije al subir al escenario del Festival de Málaga para presentar «El Culo del Mundo» fue «Gracias». Así lo sentía. Poder enseñar nuestro primer trabajo cinematográfico en un escaparate tan bueno como el de Málaga, es para estar muy agradecido. Y contento, muy contento. Málaga es cariño a toneladas de su gente, profesionalidad y respeto de los medios, buenos contactos, amigos de la profesión, una ciudad preciosa… Lo tiene todo.
No sé cuantas entrevistas pude llegar a hacer, pero no importa. Ahora, nuestro modesto documental ya ha visto la luz y todos nos sentimos muy a gusto. Como he dicho veces, «El Culo del Mundo» es una suerte de terapia y de canción de amor a la comedia. Un retrato de un momento —largo y cargado de incertidumbres— donde me buscaba a mi mismo, a mi propio futuro y también las claves de un oficio que nos engancha para siempre. «¿Los has encontrado?» me preguntaban. Bueno, uno no deja nunca de buscar. El viaje no cesa y ahí está la gracia. Lo que sí he encontrado es un maravilloso equipo, compañeros dispuestos a abrir su corazón y un público cariñoso.