Dice la leyenda que todos tenemos alguien idéntico a nosotros en algún lugar del mundo. Siempre me ha parecido algo inquietante, como si lo hubiera pensado Juan José Millás. Desde siempre me ha encantado buscar parecidos. Razonables o irrazonables. Es algo adictivo, casi un hobby. Por eso, cuando Romay colgó lo foto con su otro miniyo Jesús Posada, enloquecimos. (Desde siempre llamábamos Romay a Posadas).
Había que actuar y rápido. Propuse al equipo de «Late Motiv» que les invitáramos, que vinieran vestidos igual a poder ser. ¡Y aceptaron! ¡No me lo podía creer! Lo que vino luego fue una charla distendida, con alguna broma sobre las medidas de Fernando, sin más pretensión que buscar más complicidades, reír un rato y ya está.
Cómo sería la noche que hasta volví a calzarme la gorra de Chema Alonso (que no me quité) y el hacker-directivo hizo un «Errejón». Salió por la cortina, me pilló in fraganti y hablamos de lo suyo. Fue la noche de los parecidos que se aparecían. Nada es lo que parece o todo se parece a algo o alguien. Bueno, lo dejo que me lío…