No salgo de mi asombro con lo del juicio a Krahe. Y si salgo del asombro (que sería como una habitación oscura, rancia, mal ventilada…) me cabreo como se cabrea cualquier ciudadano que viva en el siglo veintiuno con un mínimo de sentido común y en libertad. Libertad de expresión y de pensamiento.
Hay que ser retorcido para buscarle las cosquillas a Krahe por una pieza rodada en 1977. Una pieza artística, dadaísta, que la televisión (¡ay, la televisión!), amplificó muchos años después en una entrevista. El artista no la hizo para el gran público y ahora los intransigentes se la devuelven como un boomerang malicioso, recalentando aquel crucifijo que Javier cocinó en su momento. Ver a Krahe en el banquillo de los acusados es deprimente, nos retrotrae a nuestro pasado más oscuro. Huele a represión, tiene un eco inquisidor y amenazante para todos los que nos dedicamos a la creación y al espectáculo. Rezo por ti Javier, Javier Krahe que estás en la tierra, bienventurada sea tu ironía, venga a nosotros tu sorna. La broma nuestra de cada día dánosla hoy y no permitas que te dejen caer en la tentación de los carcas. Amén.
«El Berenjenal» en Interviú.