Mi perro Mel tiene una duda: no sabe si bañarse en el mar o no. Le atrae y le da miedo a partes iguales. Lo resuelve, acercándose a la orilla, mojándose y «haciendo pie», nunca nada. Es muy reservado y calculador. Arriesga lo justo. Hay muchas personas así.
La duda de Mel
Naturaleza modesta
Hay una modestia en la naturaleza más sencilla. Lejos de los cuidados jardines, los calculados parterres y las deslumbrantes flores exóticas. Es la naturaleza que vive cerca de los caminos y que desafía al polvo, a la tierra árida, a los perros y sus necesidades.
Cada año, por estas fechas, me sorprende como se puntean, orgullosos, los campos que frecuento cerca de casa. Como se salpican de color. Un pequeño milagro, cargado de modestia y también de belleza. Hasta el propio Mel se diría que lo valora. Se pasó la mañana oliendo amapolas.
Víctima canina
Los perros son adorables, vale, pero con sus juguetes no tienen sentimientos. Este pato de goma (o lo que queda de él) es una prueba irrefutable. Mel, el perro, es su dueño y señor. Lo muerde y lo lanza al aire cuando quiere y como quiere. Luego lo deja abandonado. Los ojos del ser verde y de piel cuarteada son todo un poema. Es como si pensara: «Puede venir en cualquier momento…» Ah, además le falta una ala, así que, aunque quisiera, no podría salir volando. Todo muy cruel.
«Fotodiario» en El Periódico
El perro, ese sufrido amigo
Los que tenemos perro sabemos que su paciencia puede ser infinita. Son tan fieles que no se cuestionan las rarezas de sus dueños. Theron Humphrey lo sabe y lo aprovecha. Aquí os dejo la deliciosa serie de fotografías. No sé si me gusta más el fotógrafo o el perro.
Un problema
Mi perro Mel no es consciente de su peso, ni de sus proporciones. Él cree que es un caniche y se comporta como tal. Puedo confirmar que no lo es. Pesa casi treinta kilos, pero no me gusta llevarle la contrario. Animalito…