Mel ya vuela

Domingo, 17 de enero de 2010

El grupo MEL, al que también apoyamos desde El Sello de El Terrat, ya vuela y lo hace bien alto. Se presentó el jueves en la sala Luz de Gas de Barcelona y todas las «crónicas» nos dicen que fue un éxito. Eso significa mucha gente, buena música y buen rollo.
Yo me lo perdí porque he estado en Madrid durante tres días, rodando para los Goya. Mi resfriado y yo. Pero tengo buenos amigos que incluso se prestan a hacer de reporteros. Como Anabel de EL PACTO, prima de MEL por parte de El Sello, a la que encargué unas fotos.

Ismael

He seleccionado ésta. Yo creo que MEL tiene ángel y que darán mucho que hablar y escuchar.

En guardia

Martes, 12 de enero de 2010

Lo de mi perro y las pelotas de tenis, es una obsesión, una fijación, yo diría que es lo que da sentido a su vida.

Mel

Él puede estar haciendo cualquier cosa, pero cuando le enseñas su pelota chupada y mordida, se pone en guardia, en alerta y no le quita los ojos de encima. Está esperando que se la tires. Cuando lo haces, salta como un tigre, la atrapa, te la devuelve y vuelta a empezar.
Así puede estar dos o tres horas. El juego, en sí mismo, no tiene la menor gracia, pero solo de ver como disfruta, te cogen ganas de hacer lo mismo. Bueno, un día lo imité. Lancé la pelota, me arrastré por el piso, la cogí con la boca y me la entregué. Claro, no es lo mismo.

Tendrían que hablar

Lunes, 20 de julio de 2009

Ahí el «creador» se quedó corto y no remató la faena. Las miradas de los perros, a veces, están cargadas de significado. Pero no sabes que piensan porque no pueden hablar. Ahora que paso más horas con «Mèl», entiendo que el muchacho (perro) tiene unas cuantas cosas que contarme. Que lo separaron de su madre a los dos meses, que quizás por eso duerme en la puerta de mi habitación o que desde que lo bañé en la piscina no se acerca a ella. Me gustaría saber qué opina de la música que pongo y porqué diablos, cuando le lanzo algo, lo trae pero pasa de largo de mi mano y lo esconde. Tenemos muchos temas para entablar una conversación, pero su silencio nos lo impide.

También es cierto que si un día articulara una frase, me desmayaría del susto. Luego me haría a la idea y hasta le compraría un teléfono móvil que pudiera activarse con la voz ya que no tiene dedos y eso ya no me veo capaz de pedirlo.

Tendrían que hablar

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