Una diminuta silueta de plástico de una mujer sin rostro. Una playa muy lejana y casi abandonada. Un día maravilloso, un mar bramando por todas partes como un gigantesco animal… Todo eso es lo que estaba pasando y sintiendo cuando me topé con el hallazgo. Llevaba mi cámara, como siempre. Pensé: «Esto es una foto», como casi siempre. Y la tomé. Y me quedé pensando un buen rato en la carga poética de la imagen. Y sonó en mi cabeza la rumba de Peret. «Una lágrima cayó en la arena». No encajaba del todo…
Fui a coger la silueta, pero a mitad de camino me detuve. «No». Allí dejé a la mujer misteriosa para que otro buscador intente interpretarlo. Sigue el misterio.
«Fotodiario» en El Periódico