Chávez y el mundo

Sábado, 16 de marzo de 2013

Ha muerto el presidente venezolano y vuelve a crecer una ola de controversia cuando se intenta explicar su mandato u opinar sobre su obra y su legado político. Otra vez vuelvo a preguntarme: ¿por qué se penaliza la discrepancia? ¿por qué se ponen barreras a la verdad, amparándose en las banderas?

Releo algunas de las pocas entrevistas que el comandante concedió a medios extranjeros. Siempre cabreado, a la defensiva y con un argumento desafiante: «¿Quién es usted para venir a hablarme así a mi casa, a mi país, donde yo mando y he sido elegido? Esta conversación ha terminado». También me acuerdo del primer viaje de Jordi Évole con «Salvados» a Venezuela. De cómo fue confinado a la última fila de una rueda de prensa autoparódica donde se le impidió preguntar. El pecado de Jordi, horas antes, fue una inocente broma a Chávez a cien metros de distancia. El populismo lleva mal las bromas.

Casualidad: sucede todo esto mientras estoy en Burgos en el Tercer Congreso Iberoamericano sobre Redes Sociales. He sido invitado para charlar con Ana Pastor (la periodista que no atiende a amenazas), y lo más seguro es que hablaremos del periodismo en las redes. De la imparable fuerza de la verdad que corre como la pólvora en un mundo interconectado y, espero, cada vez más libre y democrático. En el mundo antiguo, los países eran habitaciones cerradas y mal ventiladas. Un hábitat perfecto para hacer y deshacer sin luz ni taquígrafos. En el mundo moderno, la red y sus enormes posibilidades son las ventanas por las que entra la luz, les guste o no les guste a sus propietarios. Esos propietarios que intentan, inútilmente, tapar las ventanas con las persianas de la censura. Otra cosa es la responsabilidad, innegable, que debemos exigir a los periodistas para que cuenten las cosas como son. (Demoledor el último estudio del CIS donde los españoles suspenden a los periodistas y a los jueces).

¿Qué quién somos nosotros para hablar de Chávez? Yo no sé quiénes son ustedes. Por mi parte, intento ser ciudadano de un mundo libre, justo y global. Global porque las decisiones de todos nos afectan a todos. Y mucho. Un mundo en plena transformación tecnológica, donde las comunicaciones son un campo abierto al que nadie podrá poner puertas. Se tardará más o menos en entenderlo, pero así será.

PD: Como diría José Mota: «Ahora vas, y lo tuiteas».

«El Berenjenal» en Interviú.

Publicidad por la cara

Lunes, 22 de octubre de 2012

Hay gente que todavía no es consciente de que, hoy en día y gracias a las redes, se sabe todo. Como esta clínica dental de una ciudad de México que ha pirateado sin problemas la publicidad que hace tiempo hice para Dewar's. La clínica en cuestión sostiene que recupera sonrisas (un clásico del gremio) y, claro, le venía al pelo la del whisky. ¿Para qué hacer otra si ya está hecha? Se corta, se pega y, venga, a operar bocas. Han conseguido que me quede con la mía abierta. México, un país emergente.

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#VaportiNacho

Lunes, 18 de junio de 2012

Bruce Springsteen dedicó el domingo por la noche su tema «The river» a un muchacho llamado Nacho, fan del Boss, que falleció antes de poder ver a su ídolo. ¿Por qué? Porque la bondad se conectó a través de las redes. Y las redes, que a veces se olvida, las forman buenas personas. Así debería ser siempre.

Entré en 20 minutos para informarme como siempre y descubrí el caso. Decían sus padres que esperaban contactar conmigo porque yo conocía a Bruce. Pequeño error. El que lo conoce es Manel Fuentes. Así que mandé un SMS a Manel. «Me pongo en marcha», contestó. También se activó @ivanguillerock con sus contactos en la E Street Band.

No dudé en ningún momento del éxito de la operación. Bruce es mucho Bruce y el caso clama al cielo del rock. Por eso sonó «The river» y cuando lo supe esbocé una sonrisa. Me alegro por todos los que querían a Nacho, por su memoria, por la gente, por la energía positiva. Nada puede compararse al rock and roll. NADA. #VaportiNacho

Todos controlados

Martes, 17 de abril de 2012

Las redes nos permiten controlarnos mútuamente. Nada cae en saco roto. Todo se aprovecha. Estábamos grabando el video de entrada para el segundo programa. Me llamaba mi amigo Francino para la SER. Corbacho desenfundó su teléfono y ¡click! foto para Instagram. La veo, la capturo, la altero y la cuelgo. Aquí se recicla hasta el último píxel vivido.
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