Tu dirás lo que quieras pero hay cosas que te hacen pensar. Encontré una nariz de payaso por la calle, al lado de un árbol, en Barcelona. Suelo llevar siempre una encima. Me he inventado que me ayuda, me trae suerte. En realidad, me recuerda lo que soy, lo que siempre debería ser en un escenario o en un plató o donde sea. Que la casualidad volviera a ponerla en mi camino me hizo esbozar una sonrisa. Me agaché y la cogí. Estaba un poco mojada. Ya forma parte de mi colección.
Estando en uno de mis lugares soñados, Machu Pichu, ya estaba grabando un video para el regreso del ‘Nadie’. Tu crees que te vas pero ya estás volviendo. Al menos, mentalmente. En este mundo híper globalizado y conectado, ya solo puedes aspirar a pequeñas huidas, pequeños oasis mentales porque las distancias, aparentemente, son imaginarias.
Los “oasis” se construyen apagando el teléfono, conectándote con el momento y viviéndolo todo lo que puedas y sepas. Lo intenté. Descubrí Perú, me maravilló, sufrí el mal de altura y quise ser más viajero que turista. Difícil en tan solo diez días, pero lo intenté.
Trabajo en algo que me gusta, me siento un privilegiado y todo lo que viene está temporada, tiene muy buena pinta. Así que con una mitad del cerebro estaba muy lejos y con la otra ya pensaba en volver. Siempre fue así y no me voy a quejar.
Espero que los que hayan podido refrescar un poco la mente estén moderadamente preparados para todo lo que nos espera.
Y que tengamos salud, paciencia y ganas de reír. Todo eso estaría muy bien para hincarle el diente a la vida que queda por delante.