Alguien estaba enfadado así como en general. Decidió insultar en los mismos terminos: a todo el mundo. O no. O quizás se estaba autodefiniendo. Nunca lo sabremos.
Enfadado
Ya puede usted aparcar
Una vez me puse a calcular las horas (días) de mi vida que he malgastado buscando aparcamiento. Lo dejé porque me estaba poniendo de mal humor. En esos momentos de absurda romería en los que deambulamos al volante a 10 por hora, los vados son nuestros enemigos. «¡Mira, allí! Ah, no… Es un vado» No es de extrañar que el día que su propietario dejó de pagar, todos se ensañaran con el cartelito de marras. Había mucha rabia acumulada.
«Fotodiario» en El Periódico
Arte involuntario
Supongo que un bote de pintura se desparramó y la ley de la gravedad hizo el resto. Así es como una mancha se convirtió en un árbol. Pollock empezó así, no?
Ese hombre al que diremos que no
Los semáforos son paréntesis, pequeñas trampas de un minuto y medio que paralizan la vida de las ciudades y nos colocan cara a cara con la realidad, a veces con nosotros mismos (¡hay que ver lo que se llega a pensar en coche!), otras con la realidad exterior, casi nunca agradable.
Este hombre exhibe su discapacidad con regularidad e intenta ganarse la vida vendiendo pañuelos. Un 90% de los conductores le dirá «no, gracias» e intentará mirar hacia otro lado. Él no insistirá y seguirá preguntando en su búsqueda de la caridad con un tiempo limitado. Cuando arranquemos nos sentiremos un poco culpables y nos recordaremos que ya ayudamos de otra manera, de muchas maneras. Pero no podremos evitar pensar en su historia. ¿Cómo habrá llegado hasta este punto? ¿Nosotros lo haríamos? Llegada la luz verde, arrancamos, creemos huir, pero solo es un pequeño acelerón hasta el próximo semáforo.
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‘Rock & roll’ y drogas
El azar crea extraños compañeros de viaje. Esto es lo que encontré en una farola de Buenos Aires. Si analizamos las capas, veremos que primero fueron las clases de guitarra. Luego, alguien pensó que el mismo interesado en el instrumento y lo que le rodea podría tener un problema con las drogas. Y lo relacionó sin escrúpulos porque tapó de tal manera el teléfono que es imposible leerlo. Eso es un mal compañero pegador de carteles.
Desconozco si el binomio guitarra-drogas sigue vigente, pero me temo que pertenece al pasado excesivo de los sesenta y los setenta, aquella época en la que muchos se drogaban para viajar y luego descubrieron que no se movían del sitio. Cuando volvían, las cosas estaban peor.
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