Por muy mala que haya sido la noche anterior, el día siempre empieza bien. El amanecer es un espectáculo purificador y cargado de esperanza. Así ha sido desde el origen de los tiempos. Deberíamos celebrarlo, sentirnos orgullosos de poder vivirlo. Se recomienda no escuchar las noticias, ni conectar nuestro teléfono, ni pensar demasiado. Solo nosotros y el sol. Se trataría de aprovechar toda esa energía gigantesca (y gratuita) para seguir adelante y disfrutar de la vida. Parece fácil, ¿no?
«Fotodiario» en El Periódico