Quim Vila me encargó el cartel para su prestigioso concurso de cata por parejas de Vila Viniteca y no pude negarme. Mis dos pasiones juntas: dibujar y el vino. Luego descubrí que compartimos icono. Que la nariz bien sirve para definir de un trazo lo del oficio de payaso —solo basta teñirla de la rojo—, o ponerla cerca de una copa y dejarte embriagar por un buen vino.
Tiré por ahí y salió este cartel del que estaría orgulloso (espero) mi maestro Mikel Urmeneta. El vino no debería ser un universo sofisticado, un mundo al alcance de sibaritas y finos especialistas. El vino es cotidiano, milenario y festivo. Siempre ha estado ahí y siempre seguirá presente en los mejores momentos de nuestras vidas. Dibujar el vino es casi una feliz reiteración.