Jordi ha vuelto en forma: brillante, hábil, afilado, humano y divertido. Lo tiene todo. Disfruté como un loco viendo el programa de ayer y volví a sentir ese gusanillo que llamamos «orgullo Terrat«. La sensación de formar parte de una productora capaz de lanzar al aire un espacio como Salvados, en mitad de la galopante devaluación de la mayoría de programas de entretenimiento.
Viendo al Follonero por La Habana de verdad, con sutileza, en libertad, recogiendo cariño y retratando miseria, volví a pensar que muy pocos pueden hacer lo que él hace. Pocos no, nadie. Y luego, se plantó ante Cebrián, le dio al fair play y trató el enconamiento Prisa-Gobierno con buen rollo y mucho morro. Impecable. Ya sé que me dirá que lo digo por el «amor de padre» que le tengo. Sí, pero además, hay mucho respeto de compañero, Jordi. Espero que puedas venir a menudo por el plató, donde ya sabes que se te quiere.