Fue una de esas noches en las que te vuelves a enamorar de la televisión. En la que el soplo de la genialidad sobrevoló el plató y el tiempo se congeló. Enrique Morente (solo, en una mesa marcándose el compás), cantó un tema de su disco dedicado a Picasso. Vino porque le dio la gana, que necesidad no tiene. Fue como ver a un genio, dentro de otro genio. Y pensé que todavía no está todo perdido en el mundo catódico. Es una cuestión de ponerle ganas. Gracias maestro.
Genio al cuadrado
Lunes, 2 de junio de 2008