La verdad es que no creo mucho en la suerte, dicho sea de entrada. No sé lo que es, qué cara tiene, por dónde se mueve, cómo puedes detectarla… Me pasa como con la religión: no la entiendo pero me interesa. Este chiringuito playero guardaba un pequeño detalle en su puerta trasera. Se trata de una herradura (decorada) que interpreté como un amuleto para atraer la suerte. O, quizás, para no dejar que se escapara por la puerta abierta. La verdad es que el chiringuito iba viento en popa. Hacía calor y los bañistas se acercaban a tomar sus cervezas, sus helados y sus refrescos. ¿Eso era suerte o era el clima?
«Fotodiario» en El Periódico