Puede que no haya un trabajo más ingrato, actualmente, que el de banquero. Los banqueros no gustan ni a los propios banqueros. Tampoco es que ellos hayan puesto mucho de su parte. El “crash” financiero mundial y todas sus interminables consecuencias empezaron por la ambición desmedida de los que guardan el dinero e intentan a toda costa que se reproduzca. Ahora la tortilla ha dado la vuelta y la rabia de la gente sale por todas partes. En esta pared, una antigua prohibición se convirtió en denuncia, fruto de esa rabia.
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