Hay una modestia en la naturaleza más sencilla. Lejos de los cuidados jardines, los calculados parterres y las deslumbrantes flores exóticas. Es la naturaleza que vive cerca de los caminos y que desafía al polvo, a la tierra árida, a los perros y sus necesidades.
Cada año, por estas fechas, me sorprende como se puntean, orgullosos, los campos que frecuento cerca de casa. Como se salpican de color. Un pequeño milagro, cargado de modestia y también de belleza. Hasta el propio Mel se diría que lo valora. Se pasó la mañana oliendo amapolas.