Siempre necesitamos sueños. Ilusiones que iluminen el horizonte. No hemos venido a sobrevivir, sino a mejorar las cosas, cabrearnos con lo que está mal y pensar que el mundo no puede ir tan rematadamente de culo. Ahí es cuando entra en escena Obama. Antes de ser presidente ya es un mito. (Igual deberíamos calmarnos un poquito y esperar a que despliegue todo su ideario político).
El caso es que los americanos lo han hecho tan mal en los últimos años que parecía imposible que remontaran el vuelo. De momento han elegido al piloto, al líder, que deberá sacarlos del barro global en el que se han metido y, de paso, nos ha manchado a todos. Ahora veremos si es capaz de ejercer de presidente, de conducir la gran potencia americana por un mundo más justo que pide a gritos que se reinvente.
Queda claro que ha caducado el neo capitalismo más exacervado, el culto al éxito, el dinero y el poder, ignorando los desequilibrios del planeta. Ha tenido que ser la economía, la que reventara, para que nos diésemos cuenta de lo mal que lo estábamos haciendo.
Hemos vuelto a la casilla de salida y Obama simboliza otra partida nueva, hecha desde las heridas del último descalabro y con miles de millones de personas a la espera de cambios. Obama dijo el día de su victoria: «el cambio todavía no ha empezado. Os necesito a todos.» Vale. Pues ya nos tienes. De momento lo único que podemos darle es confianza. Toneladas de confianza. Esperamos que esté a la altura, sepa administrarla, leer el nuevo orden mundial y actuar en consecuencia. Quedamos a la espera.