Parece un hombre sin cabeza, pero es un hombre que piensa. O quizás ha dejado de hacerlo después de darle tantas vueltas a las cosas, a las mismas cosas de siempre, de las que un 90% escapan a nuestro control.
Los bancos han dejado de ser esos sitios donde nos daban duros a cuatro pesetas y creíamos financiar nuestra felicidad. Ahora son sitios vacíos donde sentar nuestro silencio y pensar nuestro próximo paso. Decía Emili Teixidor que la felicidad reside, también, en ignorar todo lo que no nos gusta y nos perjudica. Quizás si lo aplicáramos más, nos sentaríamos menos en los bancos.
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