Siempre me pregunto lo mismo cuando salgo de uno de sus conciertos. ¿Me gustan sólo las canciones clásicas y lo que voy es a ver el circo tecnológico que tienen montado? ¿Voy porque hay que ir? ¿Porqué le disculpo siempre a Bono que sea un insistente profeta de las causas solidarias y globales?
Aquí, una reflexión: ¿se han fijado que muy pocos se toman en serio su parte mesiánica? La gente suele decir: «muy bien el concierto, pero cuando Bono se pone a hablar y a pedir un ‘global kiss’… uff». Pero allí estábamos todos. Esperando el «Sunday bloody sunday» o «When the streets…» y todos los hits que queríamos revivir. Nos comimos el último LP, se pagó una buena pasta por los tickets y Bono, mago del marketing, se calzó la camiseta del Barça.
¿Nos creemos que estaba encantado con Barcelona o lo entendemos como una parte de la ceremonia? A mi me gusta el rock, las canciones buenas y los artistas que desprenden verdad, sudor, pocas pamplinas y diversión. Eso es lo que me gusta. No necesito que conecten con el espacio sideral para que los astronautas digan que todos somos iguales.