Curioso regalo el que nos llegó al programa. Un grupo de jóvenes psicólogas, me trajo unas zapatillas de andar por casa, perfectamente decoradas. «Me da vergüenza ponérmelas», les comenté. «Pero son para casa», argumentaron al unísono.
O sea que en tu propio domicilio no hay vergüenza que valga. Oído cocina.