Quizás me esté obsesionando con los perros. A lo mejor debería consultar con un especialista esta fijación mía con los canes. En realidad, la explicación es muy sencilla: saco a mi perro a pasear (mejor dicho, él me saca a mí) y siempre llevo conmigo una cámara. El resto es muy fácil. Solo hay que estar un poco atento y… disparar. Además, ya que los perros no hablan, no es necesario pedirles permiso. No se lo van a contar a nadie. Supongo. Me pareció que este perro, concretamente, adoptó una pose como de soberbia. Una mirada altiva, con el morro hacia arriba, como diciendo: «¿Qué pasa? ¿Pasa algo?». Un perro de clase alta, acostumbrado a mandar, a menospreciar. Sí, buscaré un especialista.
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