En aquel restaurante sabían cómo «hacerme daño». Me sirvieron todo lo que no me conviene bajo la apariencia de un cálido sol amigo. Es cierto que fui yo y solo yo el que pedí aquel plato, pero de ahí a esta seductora e iconográfica presentación… Por si no se ve claro, matizaré que el núcleo está formado por un huevo frito en aceite de oliva (XL, según especificaba) y dos trozos de foie ligeramente pasados por la sartén. Como eso irradia mucha energía, ésta se manifiesta en forma de patatas fritas caseras como las de antes. No sabía si comérmelo o llevármelo a casa. Hice lo primero y lo que me llevé, como era de esperar, fue un reconfortante arrepentimiento bañado en colesterol.
«Fotodiario» en El Periódico