Mikel Urmeneta, el gran anfitrión, suele dejarme todo lo necesario para dibujar y pintar en su apartamento. Casi siempre aprovecho la ocasión.
Luego solemos intercambiarnos las obras e intervenir en la del otro. No puede ser más estimulante. Un noche salí a cenar y dejé el apartamento así. Pensé que si entraban a robar, saldrían rápidamente por patas.
Taller improvisado en New York
Lunes, 31 de octubre de 2011