Siempre es un placer volver a la radio. Aunque solo sea un rato e improvisando como locos, con Berto Romero de colega. Ocho programas, ocho horas, para un verano tórrido. Pasé parte de mi vida en la SER (de 1992 a 2004), y allí construí mi estilo (si es que tengo alguno) y me formé como profesional. Luego, la locura de la televisión.
Me pareció muy indicada esta ala de avión que hizo las veces de mesa. Hoy en día, cuando parece que la estabilidad se ha esfumado, todo es provisional, momentáneo y urgente, se diría que siempre estás «en el aire»… Así es como vivimos nuestro «Nadie sabe nada» para la radio: llegó una propuesta, la cogimos, lo hicimos y lo disfrutamos. ¿Qué pasará en el futuro? Me remito al título del propio programa. No somos los únicos que improvisamos. Este país ha caído en las garras de la improvisación. Y eso ya no hace gracia.
«Fotodiario» en El Periódico