Ella me miraba y yo le devolvía la mirada. Fíjamente, casi sin pestañear. Como en una película de Sergio Leone. Así estuvimos unos cinco minutos. Luego yo me fuí y ella siguió mirándome. Creo que todavía sigue allí.

Ella me miraba y yo le devolvía la mirada. Fíjamente, casi sin pestañear. Como en una película de Sergio Leone. Así estuvimos unos cinco minutos. Luego yo me fuí y ella siguió mirándome. Creo que todavía sigue allí.
Actor secundario que trabajó especialmente durante los años 50 y 60. De esos que nadie recuerda exactamente su nombre pero que a todos les suena. Se especializó en westerns y thrillers. También hizo algo de publicidad y doblaje.
Nadie sabe qué es exactamente la felicidad. Algunos, incluso, especulan con la posibilidad de que no exista. Sea como sea, esta semana he rozado algo parecido a la felicidad.
Después de que el Ministro de Cultura me llamara para informarme de que había ganado el Premio Nacional de Televisión, me siento como si me hubiera atropellado un camión de buenos sentimientos, cariño y reconocimiento. Así es como lo he vivido: desbordado y muy agradecido. Lo he contado como he podido, poniendo especial énfasis en el trabajo de equipo, en el viaje compartido de tantos años. Es un premio, de verdad, para todos los que trabajamos mano a mano, risa a risa.
Uno de mis vicios son los diarios escritos y dibujados. No sé cuantos tendré en marcha. Esta foto corresponde a una libreta donde cada día (si me acuerdo) dibujo una cara. Algo rápido, cuatro trazos. La cara de estos días es la que se ve.
GRACIAS OTRA VEZ.