Improvisado manual de supervivencia ante la suspensión de un proyecto propio en el que has volcado toda la energía, la ilusión y las ganas.
1. Recuerda: esto es televisión. Ni más, ni menos. Los éxitos no tienen explicación, los denominados fracasos tampoco. EXITO, FRACASO, las dos palabras dan rabia. Lo que hay que hacer es trabajar y de eso andamos escasos. Lo único por lo que me duele parar es por la gente que se queda sin trabajo.
2. Agradecer a Antena 3 la valentía de programar un programa de ver y escuchar en el cocedero de marisco de la máxima audiencia. Los dos hombres que nos ha apoyado se llaman Javier Bardají y Carlos Fernández. Creanme, no hay tantos en la industria. Gracias.
3. Agradecer a los casi dos millones de personas que nos han visto. Ellos son nuestro público. Por ellos seguiremos. Yo solo se hacer bien esto, así que lo tengo fácil. Pensaré otra cosa. «Reinvéntate» me dicen algunos. No me da la gana. Un número de audiencia no me hará reinventar. ¿Acaso se reinventó el fax? ¿El fax estaba bien, no? Sencillamente desapareció. Lo que haré será pensar otra cosa. La siguiente. Pero ni yo ni me equipo podemos cambiar. Si acaso, empeorar. Quizás pienses: «no les gustan las críticas». Tienes razón. A nadie les gustan las críticas.
4. Agradecer a tu equipo la entrega, la pasión, el esfuerzo, las horas sin dormir. Se trataba de navegar en las turbulentas aguas del prime time, donde nadie sabe exactamente lo que hay que hacer. Todo el mundo da consejos, todos contraatacan, todos contra todos… se luchó, se arriesgó, se hizo lo que nos pedía el cuerpo. Solo por esto último, acertamos.
5. Recordar los buenos momentos vividos. Hemos podido decir que este país se va al garete y que la gente está cabreada y crítica. Responsables politicos: os estamos siguiendo. Disney se cabreó porque Scarlett Johansson nos dio una birria de entrevista y lo dijimos. Mala suerte. Corbacho se ha vestido de pulpo Paul y acertó que el Madrid ganaría la liga. ¡Maldito Corbacho! (jaja, lo digo como culé), Berto se lesionó la muñeca bailando como Mercury por la calle. Tengo el amigo más loco del mundo. Yo he podido decir que los nazis griegos son unos mierdas. Los mejores cocineros de España nos recordaron el valor de la amistad, Concha Velasco demostró cómo ser joven siempre, Miguel Bosé habló de sus hijos y se emocionó, Bustamente demostró porque es un número 1, nos pusimos en la piel de los elefantes de Botswana que lo están pasando «realmente» mal y Javier Bardem vendrá a hablar en libertad del vergonzoso conflicto del Sahara… Solo por eso ha valido la pena. Y hay más en el recuerdo, mucho más. Gracias compañeros. A los que no han querido venir, gracias también.
6. No entrar en Twitter durante unos días. Lo siento, pero ahí se mezcla la rabia anónima con el cariño. El humor negro, con la envidia. Buena gente, resabiados, ociosos, amargados y también ángeles, buena gente que son la mayoría. Pero es una mezcla desconcertante. Así que hoy… NO. Ya entrarás en Twitter mañana. Ahora, necesitamos recolectar apoyo, cariño y ánimos. Y sabemos donde está. Donde siempre ha estado. En tu gente, en ti mismo. En no traicionarte demasiado.
7. No leer según qué prensa. ¿Te vas a creer un medio que regala cacerolas los domingos y en el que el redactor jefe ya sabe lo qué decir antes de saber lo que ha pasado?
8. Recordar de dónde vienes. De la radio diaria, de la tele diaria, de la libertad total, del cachondeo… De ahí somos y de ahí no nos mueve nadie. Ahí no hay audiencia que valga. Y ahí queda mucho camino y ahora más que nunca en este mundo que está patas arriba. Alguien tiene que contarlo con humor, ¿no? ¿O nos vamos a quedar en casa flagelándonos? Ya tengo en la cabeza el próximo programa pero no se lo voy a contar a nadie. Ni a mi mismo. Ya se enterarán. Y si no es tele, será radio o teatro o lo que sea. Yo no me callo ni debajo del agua.
9. Comprobar si tienes la bragueta abierta. Sería muy triste leer esto y tener la bragueta abierta.
10. Y último. Recordar a Groucho Marx cuando dijo: «Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro».
Y, ahora, a hacer un gran programa. Hemos insertado un chip en la emisión para que no se pueda grabar. O sea que o lo ves o te lo pierdes para siempre. La audiencia… se siente…
(Voy a pintar algo que me relaja…)