Sílvia Pérez cruz ya es, por derecho propio, una de las artistas más respetadas del país. La suya es una carrera ascendente, sostenida, construida a base de calidad, una personalidad arrebatadora y sobretodo de emoción. A ella le gusta mucho hablar de emoción como el gran objetivo, la gran recompensa. El motor que la lleva a todas partes. A ella y a todas las personas por difícil que se ponga la vida para muchos.
Emocionar con sus canciones, esa manera tan suya de entrar en un dulce trance que cautiva y enamora. Todo el mundo se enamora de ella. De su voz, su sonrisa, su modestia sincera. La de una chica que, siendo niña, empezó a cantar en tabernas con su añorado padre y que, ahora, llena teatros. No sabe muy bien qué es lo que ha pasado ni falta que le hace. Pero sigue y sigue. Y, encima, asume retos que la hacen más grande, más completa.
Ahora ha debutado en cine con «Cerca de tu casa», una peli valiente y necesaria sobre los desahucios, esa mancha vergonzosa en la historia social más reciente. Un director perseverante la convenció para que interpretara y cantara en esa peli. «Todavía no sé cómo lo he hecho», me contaba la otra noche en 'Late Motiv'. Pero lo ha hecho. Y lo ha hecho muy bien. También ha compuesto las canciones que ya son un disco, «Domus», que confirma lo que ya sabíamos: esta mujer es única, un género es sí misma. Cantó su canción y el público se puso en pie para ovacionarla. «Se han puesto de pie», le dije. «¡Sí!. ¿Pero eso no lo pedís vosotros?» . «No Sílvia, lo hacen porque quieren y no lo hacen muy a menudo». «Muchas gracias». Sonrió, hablamos de los hijos y se fue a su casa a descansar unas semanas antes de partir a México.