Sí, ya sé que la frase original es al revés. Pero también funciona si cambias el orden. Y todavía más, cuando ves situaciones como esta.
Buenos Aires, Argentina. Un joven pasea dos perros. Uno de ellos decide dejar un «regalo» en la acera. Su propietario, siempre atento, recoge con una bolsita las minas anti-zapato. Así como cambias los pañales de tu hijo porque lo quieres, no se me ocurre otra explicación para este momento. Solo te recoge las cacas un amigo. Y eso, los perros, deberían saberlo.