Otra prueba de que el verano se esfuma: se acaban los helados. Esos «¡No!», colocados por el dueño, denotan hartazgo. Andrés Iniesta, tú que tienes mano, podrías pedirles a los de la marca que el repartidor se de prisa. Hay un montón de niños y adultos desanimados. Muchas gracias.
¡No!
Stop correu comercial!
«iAndreu» en Ara
La moda
Yo no sé mucho de moda. Más bien poco. O nada. Tampoco soy un experto en publicidad ni en escaparatismo ni en tendencias. A pesar de eso, me atrevo a decir que quizás hemos llegado un poco lejos en el afán por captar la atención. Lo pensé al ver un maniquí al que le habían sustituido la cabeza por una pelota de tenis gigante (y no era sabotaje, que conste). Al parecer se han agotado los temas de inspiración para las colecciones y estamos un poco locos. La mejor campaña sería: «Este vestido cuesta 29,95%u20AC. Lo compra o no lo compra. Usted decide». Ahí lo dejo.
«Fotodiario» en El Periódico
‘No vuelvo’
Una dependienta menuda y simpática me atiende en una tienda de ropa. Yo siempre pregunto, es que no sé callar. «¿Qué? ¿Cómo van las ventas?». «Pues no muy bien, la verdad, ya sabes cómo está todo…». La ropa está colgada, la música demasiado fuerte para mi gusto, jóvenes americanos surferos nos miran desde los carteles con esa felicidad forzada en sus miradas y sus sonrisas blancas imposibles. La escenografía es impecable y solo faltan… los clientes.
La bajada del consumo es espectacular por mucho que el Gobierno sediento se agarre a los datos del paro y su disminución, como el náufrago en la última tabla que queda. Aquí las tablas son de surf y un vídeo machacón nos muestra esos locos que cabalgan olas inmensas. «Mi hermana está ahí, en Australia, y dice que no vuelve a España ni loca. Hizo estudios superiores de marketing, no encontraba trabajo y se fue. Y eso que está en otra cosa, cobrando poco, pero no vuelve». Pienso que historias como estas explican perfectamente la realidad. Una joven que no ve en su país el escenario adecuado para tirar adelante con su vida. No solo eso, sino que se va a las antípodas, lejos de todo. Y no va a surfear precisamente, quizás trabaje de camarera. Mientras los políticos siguen discutiendo a ver quién le pone el cascabel al gato y algún banquero empieza a pisar la prisión, los jóvenes, el verdadero futuro, se van por el sumidero de la crisis. Y no se van porque quieren y no hay que sacar pecho de eso, como hizo algún descerebrado en un ataque de demagogia surrealista.
«El Berenjenal» en Interviú.
Oso en lugar de felpudo
Resulta difícil determinar cuándo algo ha dejado de tener sentido, cuando algo nos ha dado todo lo que tenía que darnos y hay que revelarlo y agradecerle los servicios prestados. Creo que, en el caso de este oso gigante de peluche de una conocida cadena de tiendas, tenemos la prueba evidente (que no viviente). Lo que en un principio fue un reclamo imaginativo, ahora es una relíquia de tiempos quizás mejores. El oso ya no es lo que era. Le cortaron las uñas, se ha hecho miles de fotos, apenas se distingue su mirada y resiste atado por la cintura sobre una plataforma con ruedecitas. Cada mañana lo sacan, cada noche lo vuelven a meter. Si pudiera hablar, diría: «Yo ya estaría ¿no?».
«Fotodiario» en El Periódico