El Gran Wyoming

Jueves, 24 de abril de 2014

Puedo decir que he besado en la boca a Wyoming. Eso, la primera vez. Años más tarde nos acostaríamos en un hotel de la Barcelona preindependiente. No creo que haya muchos hombres que puedan decir eso. Además, mantenemos una serena amistad, un respeto mutuo y hablamos bien el uno del otro cuando se nos requiere. Tampoco sé si hay muchos compañeros de oficio que puedan decir eso. Imagino que ustedes darán por supuesto que todas nuestras aproximaciones han sido por exigencias del guión que nosotros mismos propiciamos y que entre nosotros no hay el más mínimo deseo sexual (hablo por mí). En realidad, El Gran Wyoming es un buen colega de profesión, siempre solícito cuando la ocasión lo pide y mucho más generoso que la media. Eso lo hace todavía más grande. Porque a su edad, con la mili que lleva a cuestas y todo lo que ha demostrado, podría quedarse en su casa o dar un no por respuesta. Y no pasaría nada.

Hace poco volví a comprobar todo lo que les estoy contando por si había alguna duda. Le invité a mi programa para hablar de su excelente último libro «No estamos locos» con el que está arrasando en ventas. Lo que sucede es que el hombre es de los míos y se pasa la semana en un plató con sus tirantes y el guión afilado. Tiene muchos dones, pero no el de la ubicuidad. Así que o nos inventábamos algo un fin de semana para grabar una entrevista o el encuentro sería inviable. Tenía que ser un sábado, mientras la gente normal descansa o está con sus familias. Pero por Wyoming lo que haga falta, oigan.

Le propusimos simular una gran fiesta que acabara en plan «Resacón en Las Vegas» y que la cama destrozada de una habitación vivida de hotel fuera el escenario de la charla. Aceptó. Y no solo eso. Lo hizo con buena cara, buena disposición y sin mirar el reloj. Todo eso, a pesar de que tenía un concierto de su grupo de rock esa noche (su gran pasión, le brillan los ojos cuando lo cuenta o te enseña su guitarra). Así es Chechu: si va, va. Y va con todo. El Gran Wyoming tiene esa verborrea hipnótica, un hablar en mayúsculas y sin faltas de ortografía. Le escuchas, te embelesa, te convence y descubres una mezcla de Groucho Marx, Tip, Dario Fo y un actor clásico español. Es todo eso y más. Jugando siempre a ser estrella, pero consciente de que todo es provisional y bastante incomprensible.

Una vez me contó: «En realidad, yo hablaba en serio y la gente se reía. Así que me ofrecieron hacer de presentador cuando no soy bueno. El «Caiga» lo hubiera podido hacer una botella de agua encima de la mesa. Pero mira, chico, me ha ido bien y tengo unos ingresos superiores al resto». Modestia, retranca y, ahora, mucha mala leche. Ahí voy: Wyoming está viviendo una madurez sensacional. Le he seguido atentamente desde siempre y creo que está en su mejor momento. En un acto de valentía que deberíamos aplaudir, el de Madrid ha decidido que no se va a callar nada y que en esta España de mayoría aplastante y actualidad sonrojante va a señalar todo lo chungo con su mejores armas, que son el sarcasmo y la denuncia. %u2028Es una bendición que eso suceda y que la incomodidad y la incorrección que genera lo tiñan todo cada noche desde La Sexta. Me siento orgulloso de estar en una cadena donde trabaja él. Wyoming conoce y repudia las trampas del sistema. De ese poder que se retroalimenta por encima de la desgracia colectiva, esos bancos vergonzosos que nos han hecho creer que nosotros somos los delincuentes o esos políticos sin talla para afrontar este decisivo momento de la historia. Todo. Sus perdigonazos son estimulantes y necesarios. Su voz, la voz de muchos. Su cara, solo suya. Ahí no tuvo suerte.

«El Berenjenal» en Interviú.

El Wyoming

Viernes, 26 de abril de 2013

Una vez besé a Wyoming en los labios y ante toda España. No sentí nada. No es mi tipo de hombre. Bueno, en realidad, ningún hombre es mi tipo de hombre en ese aspecto. Es lo que tiene ser heterosexual. Otra cosa, muy diferente, es el atractivo profesional, el magnetismo. En ese sentido, estoy rendidamente enamorado del hombre de la nariz imposible a lo Buñuel.

Hace unos días, pasé (literalmente) por «El intermedio». Ellos anunciaban que yo pasaría, y llegado el momento, extendieron una alfombra y, en efecto, pasé. Pasé de largo. No engañamos a nadie. Al día siguiente charlamos un rato. Todo eso vino a raíz de una petición que yo le hice antes: le invité a un documental que estoy rodando hace meses sobre el sentido y los efectos de la comedia. Ya les pegaré el rollo sobre eso…

Lo que hoy quería subrayar es el inmenso y decisivo papel que está jugando el programa «El intermedio» en estos delicados momentos. Ha tenido que ser un espacio originariamente pensado para la risa el que se haya convertido en el verdadero informativo que suelta verdades como puños y saca los colores de la enloquecida clase política. «El intermedio» tiene un equipazo, que capitanea Maikol Sánchez-Romero, el corazón del guión. Porque sin guión, sin preparación, sin trabajo, sin una tesis que hay que regar cada día, no tienes nada.

Hacía tiempo que no pisaba un plató y fue un gustazo hacerlo en el mejor de todos, el más conectado a la realidad, el más arriesgado. Wyoming lo mejora todo y él lo sabe y lo agradece. Creo que incluso sabe que su papel ahora es más necesario que nunca. Es bueno comprobar que lleva esa enorme responsabilidad con frescura a pesar del peso. Por eso lleva tirantes.

«El Berenjenal» en Interviú.

Llegar y besar el santo

Viernes, 12 de febrero de 2010

Ha sido llegar y besar el santo Wyoming. Llevaba todo el día ensayando y los amigos de «El intermedio» me invitaron otra vez. Se trataba de sorprender al jefe y besarle. ¡Cómo me iba a negar! Wyoming besa con fuerza. Rudo y masculino. Yo no sentí nada.

Llegar y besar el santo

Por lo demás, ahí andamos con la gala de los Goya. Todo el mundo me pregunta si estoy nervioso. Hombre, pues claro. Empieza la cuenta atrás.

Intercambiarse

Domingo, 6 de diciembre de 2009

El Intermedio + BFN
No vivía algo tan intenso en televisión desde hace mucho tiempo. Empezó como una broma (en la cabeza de Oriol Bosch de laSexta) y acabó en un acontecimiento. No había precedentes. Cómo hacerlo? Con mucho morro y la ayuda imprescindible de los dos equipos. Luego vino mucha emoción, llamadas de teléfono, algunas incógnitas y… a jugar. Sin red. Sin apenas unas pruebas previas. Si me lo permiten «con dos cojones».

Siempre he admirado a Wyoming, por lo que sentarme en su mesa y dejarle «mi mundo», fue un honor. No hace falta competir, ni quién lo hizo mejor, ni chorradas. Se hizo. Eso es lo bueno, lo inédito y lo diferente. Estas cosas solo pueden pasar en laSexta. Gracias a todos los implicados y, por supuesto, a todos los espectadores.

Es la guerra!!!

Miércoles, 25 de noviembre de 2009

El enfrentamiento catódico con Wyoming ya ha alcanzado cotas bélicas. El veterano cómico madrileño ha osado disfrazarse de un servidor (con perilla y todo) e incluso ha lanzado un reto: él haría mi programa y yo el suyo. ¿Ah sí? ¿Con que esas tenemos, no? Pues vale. Muy bien. Recojo el guante de la afrenta.

El Gran Wyoming (Roberto Garver)

El extraño duelo (solamente nos cruzaremos) tendrá lugar el próximo jueves 3 de diciembre. Solo hay una regla. No nos llevamos a ningún colaborador. Yo me iré a su harén y él se sentará con Berto y también con Ana. Yo le dejo mis guionistas y él los suyos. Que yo sepa, no hay precedente. Por lo que las consecuencias también son imprevisibles. Es la guerra. Se admiten apuestas.

(Foto de Roberto Garver)