Siempre hay que estar atentos a todo lo que pasa y, ahora, más. Cada boletín informativo en la radio, cada edición digital de un periódico serio es un sobresalto. El mundo da dos o tres vueltas sobre su eje, cuando antes solo daba una. No hay noche ni día fijos. Reuniones en Norteamérica, mientras aquí dormimos… Pactos secretos, mientras nos cuentan otra cosa. Hay que discriminar el miedo y la especulación de la información real. Hay que escoger a quien creerte. Escuchar lo justo, hacerlo bien, pensar, no cabrearte demasiado y seguir ilusionándote con tu día. No hay otro camino.
No es cierto que todos los tertulianos hablen de lo que no saben. Existen algunos brillantes que señalan las costuras que están reventando de esta Europa que solo se cree Merkel por la pasta que le deben. Hay que pasar por encima de la dialéctica política en espiral y sus cortinas de humo (lease Espe y su ataque súbito de españolismo). ¿De verdad se cree que ahora lo que le importa a España es si silbarán al Rey? Ojalá tuviera cuatro ojos (así me llamaban en el cole) para verlas venir y aplicar todo lo que he escrito. Porque lo pienso, pero me cuesta aplicarlo. Como a todos. Y, además de todo eso, hay que preparar el próximo proyecto. Porque comunicar es lo más importante para mi. Y explicar, parodiar, desenmascarar todo lo que está pasando es apasionante. Y reír, una bendición. Todo junto, en una coctelera y a disfrutar… ¡Vamos!